martes, noviembre 07, 2006

Improbabilidad

Existen las improbabilidades, que no son más, ni menos, ni iguales, ni diferentes. Cuando uno se duerme en un barco, esas cosas pasan y uno no se da cuenta, duerme, el sol le pega en la cara, en las piernas en el cuerpo fatalmente en descanso y en los hipocondrios, además de fosilizar vergüenzas, diéresis, tilde, puntitos de íes y curvas de eses. A mi me contaron la historia del niño que fue criado por huellas y sonrío desapareciendo, titilo mientras sonrío, mientras pienso en la historia. mientras, soy esa historia, realmente dejo de estar, de existir, soy una improbabilidad latente. Como el barco. Soy el hombro del hombre que yace en el barco. Acabaré con ciertas desaforanzas, lo cual significa a su vez que: 1º) responderé con monosílabos, exclusivamente, a preguntas abiertas; y 2º) Seré quien formula la pregunta.

Yo pensaba que caminar era saludable, ¡cuánta inocencia!. Al menor de los Martínez, padre ahogo, grito agazapado, único y demostrable, repetitivo, iluso, lo pillaron una vez escondido entre un verbo irregular, pronominal, en primera singular pluscuamperfecto y una pequeña asamblea de misántropos amables y gentiles. Cuando fue consultado sobre el bochorno, él negó con la cabeza, y casi suspirando ahogó un "no". Santificada la herbívora condición de ciertos vegetales caníbales (cuasi contradicción, doble negación), el ente volvió fulgurante, frugalmente, al refugio. Pensar que caminar puede ser saludable, ¡cuánta poesía en el sueño!

El sol devorándole cabeza piernas y cuerpo, las manos, el fémur. Morir, pudes ser parecido a una cuasi contradicción, doble negada satisfactorio y sobre todo corto punzante.

Sin despidos.

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