martes, febrero 02, 2010

Segunda Parte

Marta cuando se enojaba era terrible. Pero debo explicarlo porque al principio sobre todo, para mi esto, que al enojarse ella fuera terrible, era casi un sinonimo de ser simpatica. Es que ella no era como un nino al que le negamos un dulce y patalea, hace escandalos, y nos deja en verguenza porque finalmente la educacion que ha de recibir es la que hemos de darle. Entonces, lo terrible del hecho es que hemos sido unos malos padres, pero ya crecera. Marta no, Marta ya estaba grande, y se acostaba conmigo, y despues de un tiempo ya viviamos juntos. No aclarare si en su casa, en la mia, o en la nuestra, porque a esas alturas ya daba lo mismo.

Marta cuando se enojaba era terrible en el sentido mas terrorifico de la palabra, y si no se enojaba, no era mejor.

Para mi que buscaba con ansias una vida tragica, buscaba encontrar algo en su vida que justificara su infelicidad. O es que tal vez la felicidad para algunas personas sea una tragedia. Tal vez haya algo que yo no he logrado entender con esto de la idea de la felicidad. Tal vez que los sacrificios, y en otra vida todo sera mejor.

Al principio me hacia gracia. Las primeras peleas, las siempre absurdas primeras peleas de gente que vive con otra gente no tenian nada de tragico, para mi. Me hacian gracia, disfrutaba molestandola con pequeneces. De a poco iba aprendiendo por ejemplo, yo, que poner cucharas y tenedores y cuchillos y bombillas para el mate y el terere y los pela papas todos juntos y revueltos podia incidir, paulatinamente, en el escaso equilibrio que de algun modo nos mantenia como un todon. Fragil equilibrio. Pero yo no estaba preparado aun para saberlo.

Y como ya no me hacia falta nada, lo unico que me quedaba por buscar, en la vida, en ese entonces, creia yo, eran las cosas que me hacian gracia, como Marta, cuando se ponia terrible.

Hasta que un dia no hubo tenedores, ni cuchillos, ni siquiera platos para comer. Dijo que iba a cortar de raiz el asunto y yo pense de todo, pense en otras decisiones, y seguia causandome gracia. Total, al final no seriamos los unicos en el mundo en comer con las manos, directamente de la olla. Ahora veo con mas claridad la diferencia, la delgada linea entre lo terrible y lo gracioso.

Cuando estabamos por cumplir el primer ano viviendo juntos se nos ocurrio hacer algo especial... ademas de empezar, de nuevo pero de a poco, a usar cuchillos, tenedores, y hasta servilletas de papel, decidimos tener un hijo.

Habiamos empezado nuestra relacion acostandonos de vez en cuando, durante dos anos, sin dejar nuestros habitos de solteros, antes de compartir un hogar. Habitos que incluian no ser solteros siempre, pero sobre todo, ser solteros a diferentes horas con diferenes personas. Como creyendo que no nos iba a afectar. Como buscando no estabilizarnos emocionalmente nunca. Como buscandole la quinta pata al gato, y sobre todo en el caso de Marta, como tratando de molestar, (porque era terrible), a su padre que ansiaba nietos, y poder descansar en paz dejando a su hija en manos de un buen hombre.

Dos anos haciendo sufrir a Don Raul, dos anos tratando de no enamorarnos. Pero un dia nos aburrimos, como uno se aburre de comer todos los dias en un bar. No diria que fue amor. Pero nos fuimos a vivir juntos, y el corazon de Don Raul mejoro cuando le contamos, parecia escaparsele de la camisa. Y a pesar que en su fuero interno hubiera querido presionarnos un poco mas, para hacer algo mas formal... "no hace falta que se casen", le decia a Marta, "pero invitemos a tus tias, a tus suegros, a tu madrina a cenar y hacemos algo, para..." Marta desviaba la mirada y Don Raul callaba, porque sabia que no tenia sentido. Y que dentro de todo, esta decision tenia un poco el color de sus decisiones.

Asi fue que, despues de dos anos de amor libre, nos amarramos a una casa, nos amarramos a nosotros mismos. Y yo empece a descubrir como divertirme en el amarre. Y Marta cuando se enojaba, se ponia terrible.

Creo que fui yo el que propuso la paternidad. Creo que dije algo, pensando en molestarla. Creo que empece con el tema, buscando algo que la pusiera nerviosa. O tal vez, de verdad me daba pena el pobre Don Raul.

- Oye, para que te vas a tomar esas pastillas, te apuesto a que ya, ni aunque queramos, podremos ser padres.

Y ahi nomas, Marta terrible y sensible y con la regla.

Entonces, nos olvidamos de la infidelidad. Con mucho esfuerzo, tambien, tuve que dejar de hacer cosas que me causaban gracia, como molestarla por el placer de verla terrible.

Ella dejo los anticonceptivos y empezamos a coger como conejos. Cogiamos cuando nos ibamos a acostar, cuando yo veia futbol, cuando ella leia, cuando se iba su padre despues de visitarnos, cuando ibamos a visitar a su padre. En el bano, en la cocina, y en la cochera. Cogiamos de tarde, de noche, de manana. En vacaciones, y en horario de trabajo. Mientras hablabamos por telefono con otras personas, y mientras otras personas golpeaban nuestras puertas. Y entonces coger, que era tan rico antes, se iba pareciendo poco a poco a mi idea de Marta. A mi idea de Marta cuando se enojaba, y esa comparacion solo puedo hacerla hoy, cuando lo digo con certeza, cuando les digo que Marta, cuando se enojaba, era terrible.

(continua)

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