sábado, noviembre 27, 2010

Días eran, también, los de antes

Ahora pasan así, indiferentes, con prisa, mirándonos un poco con desdén. Una merda, sí.

Investigando un poco, he descubierto, en todo caso, la forma de atraer su atención. Escuchad. El día, en general, tiene una tendencia poco saludable al desapego. Pero esto ocurre, efectivamente, como parte de un mecanismo de defensa. En la antigüedad los soles que nos abrigaban, gozaban del vínculo que con dioses, semidioses, y criaturas en general, tenían.

Al ir matando, paulatinamente a los dioses, los soles, que también contaban con ese rango en la jerarquía de las cosas, fueron también perdiendo popularidad. Como resultado, los soles procedieron a ignorar al resto de las criaturas.

A algún brillante, se le ocurrió que, inclusive, con el desarrollo de la ingeniería, y de los avances tecnológicos, pronto, ya ni necesarios serían, ni los soles, ni los días.

Ay, bribones! Con su arrogancia nos han castigado a nosotros, los hombres y mujeres, y niños, y niñas del futuro. Debido a sus irresponsables, y sobre todo, mal intencionados actos, hoy los dias se pasan volando. Los soles ya ni calientan. Y al mismo tiempo la tierra, con esos cuentos del calentamiento global, no da abasto.

Somos frutos de nuestros propios errores. Un error multiplicandose hasta el infinito, y más.

Por lo tanto, mime usted con originalidad y sobre todo, de corazón, al solcito que le caliente. Respire el aire en las mañanas, sin toxinas. Salude a los astros, y a las ostras... si no hiciera tanto frío, le recomendaría un trotecito matutino. Piensese, y piense en los demás, y en el sol, y en el día, y en antes, y en después, y después vuelva a repensar, no se detenga. Es un gesto que el subconciente colectivo sabrá agradecer... y los días, lentamente, podrán volver a ser, como antes, los de ahora.

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