Lo peor ocurre a medida que el tiempo transcurre. Antes de ayer, ayer que es el día que precede al momento en que lo enunciamos deja de ser con el paso de las horas, y entonces, a alguien se le ocurre que un calendario podría ayudar. Pero un calendario no ayuda.
La memoria es un elemento frágil y distractor. Algunos la habitan para siempre, y ya no vuelven. Otros viajan constantemente mirando al futuro, y nada han aprendido, nada aprehenderán.
Hoy que lo escribo, en poco tiempo, será un hace mucho, y entonces, inevitablemente, tendré que tomar en mis manos el elemento odiado, el colector de aquel consenso temporal, y dilucidar hace cuantos ayeres pasó lo que hoy quiero narrar. Una tremenda confusión. Por eso, cada día, hay más personas que adoptan el chino como segunda lengua, en detrimento de nuestro español.
Y pasado mañana... contradictio in terminis, cuánta desazón al no encontrar las palabras con las que quiero referirme a las cosas que no se pueden enunciar.
Temo, no puedo evitarlo. Sin ambages, permitiré reducir cualquier crítica al raciocinio temporal, y lo que digan, antes, o pasado mañana, funcionará como catalizador de una suma de equívocos, que, circunstancialmente, podrían llevarnos al fin. O al principio, que también es fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario