domingo, diciembre 19, 2010

Estado Parcial

El recuento, hábito recurrente durante cierres de temporadas, estaría desprovisto de todo encanto, si no fuera por los beneficios, que en contadas ocasiones es capaz de provocar. El recuento, a su vez, pretende emanciparse como la repetición indefinida, interminable, impostergable, automática e infalible de la misma historia. Consecución capitalista.

Por ejemplo el árbol de vacaciones. En lugar de colgar adornos, fetiche repulsivo, deberíamos tender una hamaca, y acostarnos a reposar. La altura perfecta, para dos descansadores, está dada por la suma de los pesos (de los descansadores) dividida la suma de los volumenes exponenciales (de los descansadores, pero en reposo).

A cualquier espalda, sería apropiado tocarle el hombro. La noche ha caído, la luna ilumina la nieve, la nieve la ciudad, la ciudad está insomne. A cualquier espalda, y si no las hay, empezar por una puerta.

- Buenas noches, estoy un poco perdido, la noche ha caído, está frío, necesito una espalda y preguntarle si tiene reloj. Tiene usted una espalda que me pueda ofrecer?

- Justamente mi esposa se haya molesta conmigo. Pase usted. Ella descansa en la habitación, lo primero que verá, a mano derecha, luego de abrir la espalda, será su espalda. Pero lamento advertirle, ella no cuenta con un reloj a mano.

- Una espalda bastará.

El descenlace queda incocluso. La puerta abierta, esperando la retirada del intruso. Su decepción, y la búsqueda de una espalda. O tal vez esta noche ha encontrado un lugar donde dormir.

En otras esquinas, en el mismo barrio, pero de otra ciudad, una mano frota a la otra. La segunda mano se rasca el hombro. La comezón se mueve. Es tal vez la araña de siempre que tiene noticias. Busca el punto de conección, busca el ombligo, pero lo busca en la espalda. Esa espalda necesita una mano ajena que detenga el recorrido de la pequeña bestia.

El buscador de espaldas tal vez no estuvo satisfecho y vuelve sobre sus pasos hasta la calle. Evita mirar a los ojos al anfitrión. La mujer seguirá esperando la disculpa, acostada, con un brazo sobre su hombro, cerca de su espalda, con el otro brazo sin el reloj.

Hay alguien en esta historia que tiene mas brazos para colaborar. Las espaldas no son suficientes.

Lamentamos informar que hemos tenido que concluir con este cuento por la ausencia de espaldas. Si alguien del equipo de producción del blog pasa por aquí, un día de estos, rogamos se encargue de solucionar el problema.

Por lo pronto, anunciamos una crónica futura con seres carentes. Seres desespaldados. Seres y escalopas.

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