sábado, diciembre 25, 2010

Improvisadito

Lo que más quiero cuando abro los ojos es un poco de agua. La garganta está seca, y mi cuerpo mojado. Hace calor, pero no es verdad. Miro, sin levantarme, para afuera, el fulgor de la nieve. De las noches de luna nieve.

Como no tengo agua, y si mucha inestabilidad, permanezco inmóvil. Al lado no duerme nadie. Abajo, arriba, nadie duerme. Ejercito mis ojos en sus órbitas. Los hago extremo. Aprieto. Transpiro.

Después de que me dormí, desperté otra vez, con sed, y con la sensación de sueño extraño. El teléfono sigue vibrando en la cama, entre la sábana, una alohada, mi pierna, y el gato que tiene hambre. Me mira con cara de 10 am. Con cara de desayuno, se despereza.

Cuando logro encontrar el teléfono ha dejado de sonar. El número que sale no tiene etiqueta, y yo no tengo mucho crédito. Volverán a llamar me dice el gato, ahora dame comida. Dame agua, me exige también la boca. Lavame, por favor, menos enfáticas mis ropas.

A veces, cuando abro los ojos, y no tengo sed, y alguien duerme a mi lado, extraño la soledad. El gato tiende a hacer comentarios ácidos si me pongo muy cariñoso. Desde mañana dejaré las cortinas descorridas al acostarme. El sol, cuando sea el momento, me despertará. Espero no olvidar subir una botella de agua esta noche. Espero que cuando sea de noche yo tenga sueño, y que el gato se vaya a pasear.

Peor sería hablar de ayer.

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