martes, enero 04, 2011

Una entrada para salir pronto

No es fácil, señores, pero aplicable. Cuando abrí la puerta para ir a jugar, una señorita implacable esperaba con un bolso impermeable. Llovía, y el interior gozaba de sed. Asustado pregunté por sus artes, o cuanto menos, un oficio.

- Yo se jugar - me dijo!.

Loca, pensé. Porque, si, a mi también me gusta ir a jugar, y mucho. Más aún si la oponente se opone a mi. Tan decididamente. Tan ingañitable. Y yo iba a por eso, bajo la lluvia mientras el lobo no estaba.

- Y querés hacerle ahora? - pregunté escondiendo los colmillos, con cara de niño tímido. Estaría el lobo?

Abrió su cartera, puso un pie primero, luego el otro. Me guiñó un ojo. Se secó la lluvia que le bajaba desde la frente, recorriéndole el cuello dulce de leche, dulce de lecho, y se sumergió en la cartera, el bolso, esperando que yo entre ahí.

Al menos supuse la invitación. Tomé el bolso cuidadosamente, yo empapado. Lo miré, calculé que la chica no pesaba más de 5 kilos, así que lo arrojé al acantilado que hay a la vuelta de mi casa. Un ave lloró en su nombre. Esa tarde no me costó dormir, pero al día siguiente, tuve gripe. Una pena, y encima me quedé sin jugar.

Ya vendrá otra caperuza o un gavilán.

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