jueves, marzo 17, 2011

Peripecia

Después de la absurda discusión del desayuno, el personaje decidirá entre volver a la cama, o sentarse frente a la computadora para leer los diarios, para no hacer nada, o para ver porno.

Entonces entra al baño, se lava los dientes para sacarse el sabor de la cerveza seca en la lengua húmeda, escucha el clic de la puerta, le sale un chasquido exagerado, y se burla de sí.

En el auto, la compañera del personaje, maneja con poca atención. En un semáforo se frota los ojos. Sabe que exageran, ambos, y le da risa que después les dará risa, como siempre, y harán el amor.

El personaje, en la casa, lee un artículo sobre emmanuelle y no se acuerda de ninguna escena en particular, pero sí de cuando vieron juntos la película, un domingo con resaca suave.

Ella, la compañera, maneja y se siente sexy. Se mira los ojos en el retrovisor. No entiende qué es lo que, de ella, a él le gusta, pero piensa que él tiene razón, que ella también se haría el amor. Se acuerda del placer -ni mejor ni peor- diferente que siente cuando se masturba. Piensa que él también tiene razón con lo de sus tetas, que a él le gustan tanto, porque sí, porque son muy lindas, normales, perfectas. Y ahí la belleza. Se siente feliz, y un poquito turbada.

Cuando el personaje termina de leer, se va a la ducha con una tremenda erección. La compañera antes de estacionar el auto, en el segundo subsuelo del estacionamiento, habrá hecho un recorrido lento con la vista, para asegurarse que nadie anduviera dando vueltas por ahí. Mientras, la humedad le sube por la espalda, en los omóplatos, siente un rico cosquillear en el cuello y la deliciosa fuente de todo origen.

El personaje es un secundario, las imágenes, gotas de agua tibia, se le mezclan con el orgasmo lechoso. Termina de lavarse, la piensa, y sabe que esa noche harán el amor.

Ahora tiene que partir. Ella ya llegó.

domingo, marzo 13, 2011

Confesio, el gato hipotético.

Se abrió la puerta y el gato entró con la cola rozó una pierna, luego la otra. Arriba una boca se hacía un remolino dulce en otros labios. En la cocina la bestia se alimentó. La boca y los labios, más arriba, se hacían señas, los ojos se tartamuedeaban. Otra vez la cola del gato una pierna la otra, a pocos pasos de gato la mano transpiraba, resaca de dedos, espantando una comezón.

Durante la cena, boca y labios ocupados, el gato mira para afuera, mira la ventana, mira y de a poco se duerme. Entreabiertos los ojos, descansa. Como gallina empollará un árbol. Copa y copa de vino, se brindan los ojos, se limpian los labios la salsa de spaghetti, se enjuagan las bocas, una pierna juega con otra y con otra. Revolución debajo del mantel.

Cuando el disco toca las últimas tres notas, el gato que hace rato duerme revolea en cámara lenta su cola. Los labios y una de las lenguas se siguen mimando. El resto de los cuerpos descansa con una sonrisa. Mientras uno fuma, el otro aprende, cambian los roles, con la uña y la carne cierran un trato, el bolso, y se mandan a mudar.

Al gato no lo dejan. Viven como boca y labios con gato, como pierna salsa de spaghetti y película con ganas, y beben un poco de vino a veces, cuando se han olvidado de comprar café.

jueves, marzo 03, 2011

Haciendo Negocios, la esposa del difunto, por un momento lo olvidó. Tarde cantó el ruiseñor

Ayer fui a visitar a Simon. El no cocina muy bien, pero dijo que haría huevos revueltos, que yo llevara el pan.

Cuando entre a la casa, limpia, en orden, pero con un fuerte olor a encierro, me sorprendí de lo blanco que es ese lugar, cuando sale el sol. Después de los huevos revueltos, nada excepcional, me preguntó si seguía yendo a clases. Fuimos a su patiecito a fumar un porro, y me mostró la tierra abierta, y fertilizada. Un metro hasta casi la pared del fondo, por dos metros de ancho.

Me explicó someramente como haría crecer el cáñamo para hacer el hilo, él sabe que yo de esas cosas no entiendo nada, y me pidió, sin urgencia, sin presión, que le ayudara a conseguir una máquina para tal efecto.

De máquinas aprendí cuando iba a la escuela, pero nunca fuí bueno. Después me nació la vocación social, al ver tanto desquicio, y me convertí en el gurú, pero definitivamente, de máquinas, algo sé.

El negocio en el cual nos estamos por embarcar es completamente legal, la única condición será que nos mantengamos sobrios. Y que usemos sombrero de ala ancha, y Guayabera.