domingo, marzo 13, 2011

Confesio, el gato hipotético.

Se abrió la puerta y el gato entró con la cola rozó una pierna, luego la otra. Arriba una boca se hacía un remolino dulce en otros labios. En la cocina la bestia se alimentó. La boca y los labios, más arriba, se hacían señas, los ojos se tartamuedeaban. Otra vez la cola del gato una pierna la otra, a pocos pasos de gato la mano transpiraba, resaca de dedos, espantando una comezón.

Durante la cena, boca y labios ocupados, el gato mira para afuera, mira la ventana, mira y de a poco se duerme. Entreabiertos los ojos, descansa. Como gallina empollará un árbol. Copa y copa de vino, se brindan los ojos, se limpian los labios la salsa de spaghetti, se enjuagan las bocas, una pierna juega con otra y con otra. Revolución debajo del mantel.

Cuando el disco toca las últimas tres notas, el gato que hace rato duerme revolea en cámara lenta su cola. Los labios y una de las lenguas se siguen mimando. El resto de los cuerpos descansa con una sonrisa. Mientras uno fuma, el otro aprende, cambian los roles, con la uña y la carne cierran un trato, el bolso, y se mandan a mudar.

Al gato no lo dejan. Viven como boca y labios con gato, como pierna salsa de spaghetti y película con ganas, y beben un poco de vino a veces, cuando se han olvidado de comprar café.

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