jueves, marzo 03, 2011

Haciendo Negocios, la esposa del difunto, por un momento lo olvidó. Tarde cantó el ruiseñor

Ayer fui a visitar a Simon. El no cocina muy bien, pero dijo que haría huevos revueltos, que yo llevara el pan.

Cuando entre a la casa, limpia, en orden, pero con un fuerte olor a encierro, me sorprendí de lo blanco que es ese lugar, cuando sale el sol. Después de los huevos revueltos, nada excepcional, me preguntó si seguía yendo a clases. Fuimos a su patiecito a fumar un porro, y me mostró la tierra abierta, y fertilizada. Un metro hasta casi la pared del fondo, por dos metros de ancho.

Me explicó someramente como haría crecer el cáñamo para hacer el hilo, él sabe que yo de esas cosas no entiendo nada, y me pidió, sin urgencia, sin presión, que le ayudara a conseguir una máquina para tal efecto.

De máquinas aprendí cuando iba a la escuela, pero nunca fuí bueno. Después me nació la vocación social, al ver tanto desquicio, y me convertí en el gurú, pero definitivamente, de máquinas, algo sé.

El negocio en el cual nos estamos por embarcar es completamente legal, la única condición será que nos mantengamos sobrios. Y que usemos sombrero de ala ancha, y Guayabera.

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