sábado, abril 02, 2011

Poesía esparcida. Retuerzo.

Historias en las que no importa si es una mujer y un hombre, ni dos chicas, o dos varones: historias en las que el amor no tiene nada que ver. Pero quiere, quiere.

Historias en las que los protagonistas se muevan por otras pulsiones. Disparadores varios, dineros, rabia, otro tipo de sentimientos, cosas, una muñeca inflable, con un short bien cortito, cortando el césped.

Historias sin césped. O con césped depilado, a flor de piel, miel de poros. Rubor de hojas de otoño, lucecitas verdes azules pardas.

Historias blancas, palomas contadas en vuelo, pájaros volando, pero también cuerpos suicidas, pianos, macetas, polvo de balcones, en los balcones, pantuflas como medias con dedo, y un poquito de sol.

Si golpean la puerta, pregúntales que tipo de historias traen. No compres las de siempre, pídeles una a medida, pideles suficiente, y sobre todo, de calidad.

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